La Igualdad

No hay ni Judío ni Griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque ustedes son todos uno en Cristo Jesús.

GÁLATAS 3:28
LA NUEVA BIBLIA DE JERUSALÉN

         El testimonio de los Amigos sobre igualdad tiene sus raíces en la expectativa sagrada de que hay aquello de Dios en cada uno, incluyendo a los adversarios y a personas de posiciones sociales y económicas, de experiencias de vida y de convicciones religiosas ampliamente diferentes. Todos deben, por lo tanto, ser tratados con integridad y respeto. La convicción de que cada persona es igualmente una criatura de Dios, abrió el camino para que las mujeres pudieran ser líderes en la Sociedad Religiosa de los Amigos: tanto las mujeres como los hombres ofrecían su ministerio en las Reuniones de los Amigos desde sus primeros días.
         El testimonio de Igualdad no implica que todos los individuos en un papel particular, sean lo mismo; reconoce que la misma medida de la gracia de Dios está disponible para todos. John Woolman ejemplificó esta creencia en su viaje entre los Indígenas Americanos:

El amor fue el primer movimiento, de ahí surgió la inquietud de pasar algún tiempo con los indios para que yo pudiera sentir y comprender su vida y el espíritu en el que viven, si por casualidad yo recibiese alguna instrucción de ellos o si ellos fueran, en algún grado, auxiliados al yo seguir el llamado de la Verdad entre ellos.

JOHN WOOLMAN
JOURNAL, 1763
ED. J.G. WHITTIER, 1871, p. 192 

         Antes de que los Amigos se volvieran pacifistas, ellos fueron despedidos del ejército por rehusarse a tratar a los oficiales como superiores. George Fox y otros primeros Amigos demostraron su convicción de que todas las personas eran de igual valor al rehusarse a quitarse el sombrero ante aquellos quienes reclamaban un rango superior y al dirigirse a todos con el “tú” en vez del honorífico “usted”.
         Los Amigos reconocen que algunas injustas faltas a la equidad persisten en toda la sociedad y que algún trabajo difícil falta por hacer para liberarnos a nosotros mismos y a la Sociedad Religiosa de los Amigos de los prejuicios y del trato sin equidad con base a sexo, clase social, raza, edad, orientación sexual, atributos físicos u otras categorías. Tanto en el mundo público – donde los Amigos pueden «hablar la verdad al poder» – como en grupos de contexto íntimo familiar, los principios de los Amigos necesitan dar testimonio contra la injusticia y la desigualdad en cualquier lugar que éstas existan.