Lápida en memoria de George Fox
Dejen que sus vidas hablen.
Desde sus inicios, hace ya casi cuatrocientos años, los Amigos han adoptado en sus vidas una serie de convicciones compartidas que constituyen una guía espiritual básica y a la vez práctica.
Los Testimonios reflejan la Verdad tal como los Amigos en comunidad la perciben. La palabra ‘Testimonios’ se refiere a este conjunto de actitudes y formas de vivir el mundo, históricamente arraigadas y profundamente sentidas, son expresiones de vidas dirigidas hacia la Luz, son expresiones externas que reflejan la experiencia interior de la guía divina; para entender su papel en la historia de los Amigos y en su práctica espiritual, es importante, primero, comprender su unicidad esencial.
Al mismo tiempo que los detalles han variado a través del tiempo, las inquietudes que dieron origen a los Testimonios y las creencias fundamentales, hoy son notablemente similares a las de generaciones pasadas.
Los conceptos abarcados por los Testimonios pueden variar de una comunidad cuáquera a otra, en el caso de la Junta Anual del Pacífico -a la que pertenece la Junta Mensual de la Ciudad de México- hemos adoptado los Testimonios desglosados a continuación.
LA INTEGRIDAD
El testimonio de integridad nos llama a que la totalidad de nuestra vida esté abierta a la verdad. Cuando las vidas están centradas en el Espíritu, las creencias y las acciones son congruentes y las palabras son confiables. Cuando logramos la entereza en nosotros mismos, somos más capaces de resolver los conflictos y las fragmentaciones en nuestra comunidad y en el mundo.
La integridad es una disciplina que está presente en diferentes aspectos de la vida que requiere que seamos responsables de nuestras acciones a pesar de estar constantemente desafiados por valores y presiones culturales hacia el conformismo. Vivir con integridad implica vivir una vida de reflexión, congruente con nuestras creencias y con nuestros testimonios y hacerlo así sin importar las consecuencias personales. Este testimonio llama, como mínimo, a tener una norma única de verdad, misma que los amigos han sostenido desde el principio y a menudo han declarado sus convicciones en contra de los convencionalismos sociales; cuando sufrieron debido a estas convicciones, su integración de creencias y de prácticas los sostuvo en medio de la adversidad.
Hablar la verdad en todas las circunstancias y en todo momento es un concepto fundamental de este testimonio. Por ejemplo, los Amigos no toman juramentos, porque esto implicaría que hay ocasiones en que está permitido no hablar con la verdad. Los primeros Amigos creían que el sistema que requería juramentos le enseñaba a la gente que las mentiras eran, de alguna manera, aceptables en otras situaciones. También, el decir la verdad conducía a un sistema de precio único en el comercio, un precio justo por valor justo, en lugar del regateo o de la discriminación entre los compradores.
Los Amigos creen en la sencillez en el hablar ya que palabras engañosas o lenguaje emocionalmente manipulativo nos desvían de escuchar nuestra Luz Interior, cuando nos alejamos de la verdad, nos separamos de Dios. Un compromiso con la verdad requiere autenticidad, no se trata únicamente de hábitos al hablar, sino de una forma de vida cada vez más alineada con la voluntad divina.
LA UNIDAD
Los Amigos creemos que es posible para el espíritu humano estar en comunión directa con lo Divino. Al buscar juntos la voluntad de Dios, nosotros creemos que el camino se abrirá y que la unidad surgirá.
… aquel quien está en la fe y en la obediencia a la Luz la cual brilla desde su Espíritu hacia el corazón de cada creyente, tiene una muestra del corazón único y del camino único y sabe que ninguna variedad de prácticas, las cuales sean de Dios, puede causar una ruptura en la verdadera unidad.
Isaac Penington, 1659
Una de las preguntas en uso continuo desde 1682 dice: «¿Son el amor y la unidad conservados entre ustedes?» Los primeros Amigos se consideraban a sí mismos como parte de un gran movimiento que pronto abarcaría a todo el mundo. La unidad y el cuidado mutuo en la comunidad cuáquera durante la persecución, demostraron al mundo la obra de Dios entre nosotros.
El hecho de trabajar juntos para discernir y servir a la voluntad de Dios, se nutre y se beneficia de la unidad. Esta unidad crece a partir de la confianza mutua y de la disposición a manifestarlo, confiados en que juntos, los Amigos, encontrarán la verdad y la unidad con lo Espíritu.
LA IGUALDAD
El principio fundamental del testimonio de igualdad es que hay aquello de Dios en cada uno, incluyendo a los adversarios y a personas de posiciones sociales y económicas, de experiencias de vida y de convicciones religiosas ampliamente diferentes. Todos deben, por lo tanto, ser tratados con integridad y respeto. Esta convicción, por ejemplo, abrió el camino para que las mujeres pudieran asumir puestos de liderazgo en la Sociedad Religiosa de los Amigos; tanto las mujeres como los hombres ofrecían su ministerio en las Reuniones desde sus primeros días.
El testimonio de igualdad no implica que todos los individuos en un papel particular, sean lo mismo, sino que reconoce que la misma medida de la gracia Divina está disponible para todos.
Antes de que los Amigos se volvieran pacifistas, fueron despedidos del ejército por rehusarse a tratar a los oficiales como superiores, también demostraron su convicción de que todas las personas eran de igual valor al rehusarse a quitarse el sombrero ante aquellos quienes reclamaban un rango superior y al dirigirse a todos con el “tú” en vez del honorífico “usted”.
Este testimonio nos lleva a elevar la conciencia, tanto a nivel personal como colectivo, para eliminar los prejuicios y el trato sin equidad, basados en género, clase social, raza, edad, orientación sexual, atributos físicos u otras categorías. Tanto en el ámbito público, como en el contexto íntimo familiar, damos testimonio contra la injusticia y la desigualdad en cualquier lugar que éstas existan.
LA SENCILLEZ
Los primeros Amigos creían que los rituales y las ceremonias elaboradas de la iglesia eran distracciones de la verdadera experiencia religiosa. Buscando enfatizar la sustancia sobre la forma, se reunían en silencio para adorar sin sacramentos y en espacios sencillos sin imágenes o adornos. En su preocupación por evitar la frivolidad, los Amigos consideraron al arte y a la música como distractores, antes de reconocer que ambos pueden enriquecer la vida en la Luz.
Este testimonio conlleva el ordenamiento correcto de nuestras vidas, centrándonos en lo que realmente importa. Mantener una vida sencilla implica estar resueltos a evitar perderse en las distracciones mundanas o emprender demasiadas actividades, aún al servicio de buenas causas. La sencillez nos habla de tomar únicamente “ nuestra porción” y mostrar sensibilidad a las necesidades de los demás; no debe vincularse con la escasez o con el rigor, ni significa negar los placeres de la vida sino estar abiertos a los llamados del Espíritu.
Una interpretación sencilla al hablar, al escribir o cualquier cosa que hagamos, a menudo aumenta el valor de lo que es genuino y desenmascara lo que no lo es. Cuando los Amigos realmente practicamos la sencillez, nuestras vidas y hogares están en orden y encontramos el espacio y la paz necesarios para la vida espiritual y para el servicio.
LA PAZ
Nosotros absolutamente negamos todas las guerras y todas las contiendas y las luchas con armas corpóreas, por cualquier fin o bajo cualquier pretensión, sea la que fuere, y éste es nuestro testimonio para todo el mundo … El espíritu de Cristo el cual nos conduce hacia toda la Verdad jamás nos llevará a pelear ni a guerrear contra ningún hombre con armas corpóreas ni por el reino de Cristo, ni por los reinos de este mundo.
George Fox
Declaración a Carlos II, 1660
Un buen fin no puede santificar medios malvados, tampoco debemos hacer el mal, aun cuando algo bueno pueda surgir de ello.
William Penn, 1693
Los Amigos nos oponemos a la guerra por ser incongruente con ver aquello de Dios en nuestros semejantes, basados en el amor y en una preocupación por el bienestar de todos, trabajamos por la reconciliación y por las soluciones activas no violentas a los conflictos.
Los Amigos tradicionalmente hemos apoyado a los objetores de conciencia con respecto al servicio militar; pero a la vez respetamos la decisión personal de aquellos que ingresan a las fuerzas armadas y los seguimos amando en nuestra comunidad.
Reconociendo que la violencia y la guerra típicamente surgen de circunstancias injustas, los Amigos buscan atender las causas de la guerra trabajando para corregir la injusticia social y trabajando también en el fortalecimiento de las comunidades, de las instituciones y de los procesos para proveer alternativas no violentas a la fuerza militar. Nosotros testimoniamos contra la violencia estructural implícita en las disparidades de riqueza y de ingreso económico y contra la discriminación con base a raza, sexo, edad, clase social, orientación sexual y otras divisiones en la gente. Es por esto que John Woolman imploró a los Amigos eliminar de ellos mismos las semillas de la guerra.
Dar testimonio de paz implica mantener relaciones de respeto humano mutuo, ver y hablar de aquello de Dios en cada uno, buscar la paz dentro de nosotros mismos, de la familia, de la comunidad y del mundo. Sostenidos por el amor de Dios, nosotros estamos llamados a continuar esta labor.
LA COMUNIDAD
Vivir la fe no es un asunto privado, el Espíritu nos llama a reconocer nuestra relación de unos con otros y con toda la creación. A su vez, la comunidad es uno de los pilares para la justicia social y para la paz. Formar parte de una comunidad comprometida en honrar aquello de Dios en todos, nos fortalece en el trabajo para el cual hemos sido llamados y nos ayuda a poner a prueba nuestros llamados individuales. La búsqueda colectiva por la Verdad, es algo que nos une y a lo cual aspiramos para construir nuestra comunidad.
Al seguir juntos los llamados del Espíritu, somos más efectivos en nuestra búsqueda por superar las causas del racismo, del sexismo, de la homofobia y del descuido o la falta de respeto a los niños, a los pobres y a los socialmente marginados en el mundo y en nosotros mismos.
El fundamento cuáquero de «conocerse el uno al otro en aquello que es eterno», es un llamado a reconocernos y respetarnos por quienes somos y sobre esta base construir nuestras relaciones el uno con el otro, así como en comunidad. Reunidos en la Luz, el trabajo en comunidad, la búsqueda empática por lo Divino dentro de uno y en los demás, nutre nuestro testimonio al mundo tanto individual como colectivamente.