La Igualdad

80.- No hay ni Judío ni Griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni hombre ni mujer, porque ustedes son todos uno en Cristo Jesús.

GÁLATAS 3:28

81.- Mi patrón, teniendo a una mujer negra, la vendió y me ordenó que escribiese un certificado de venta, él esperaba a quien la había comprado, la cosa fue repentina, y a pesar de que los pensamientos de escribir un instrumento de esclavitud para una de mis criaturas hermanas me hizo sentir incómodo, aun así recordé que estaba contratado por el año, que era mi patrón quien me ordenaba que lo hiciera, y que era un anciano, un miembro de nuestra Sociedad, quien la compró; así que a través de la debilidad yo cedí y lo escribí, pero al ejecutar la operación, yo estaba tan afligido en mi mente, que dije ante mi patrón y el Amigo que yo pensaba que tener esclavos era una práctica inconsistente con la religión cristiana. Esto hasta cierto punto abatió mi incomodidad, sin embargo cuando reflexionaba seriamente sobre esto, yo pensaba que debí haber sido más claro si había deseado ser dispensado de aquello por ser una cosa contra mi conciencia, porque así lo era.

JOHN WOOLMAN, 1742

82.- Ahora más consciente del sufrimiento socialmente impuesto a gente que ama a otros del mismo sexo, afirmamos el poder y el júbilo de las relaciones amorosas sin explotación. Como una Sociedad y como individuos, nos oponemos a la privación arbitraria, social, económica o legal del derecho a compartir este amor.

JUNTA ANUAL DEL PACÍFICO, 1972

83.- El Espíritu nos ha guiado desde nuestra fundación a reconocer la igualdad de mujeres y hombres en la gente de Dios. Los primeros Amigos enseñaban que la acción redentora de Cristo restauraba a los hombres y a las mujeres a sus posiciones antes de la caída, como iguales en la ayuda mutua ambos hechos a la imagen de Dios. Aunque no hemos sido inmunes a las influencias de la cultura que nos rodea, nosotros hemos buscado practicar esta igualdad en nuestras estructuras. Nosotros sabemos que el espíritu da dones tan amplios y tan diversos tanto a mujeres como a hombres y actúa tan efectivamente a través de las mujeres como a través de los hombres.
En nuestra mente, una iglesia que no reconoce ni alienta completamente los dones y ministerios de toda su gente, está comprendiendo en forma imperfecta la naturaleza del cuerpo de Cristo.

JUNTA ANUAL DE LONDRES, A LIMA CON AMOR, 1987